Zapatos del horror: hechos con pezuñas y patas de animales

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La brutalidad y estupidez de los humanos a veces no conoce de límites. En este caso se filtraron una serie de imágenes sobre zapatos realizados con pezuñas de animales.

Los «Hooh heels» están diseñados por la artista (aunque yo no la llamaría así) Roxanne Jackson y son expuestos más como una obra de arte que como calzado cotidiano.

Este tipo de calzado no es único. En las redes sociales aparecen distintos modelos realizados con las patas de diferentes animales y otros que incluyen cabezas de serpientes, como así también otras partes.

La utilización de cuero animal para realizar calzados es cotidiana. Las pieles de vacas, cerdos, cabras y ovejas se utilizan constantemente para la producción de vestimenta, zapatos y accesorios pero también la de animales exóticos como caimanes, avestruces y canguros.

La mayoría del cuero proviene de países en desarrollo como India y China, donde no existen o no se aplican leyes que garanticen un bienestar animal y donde se realizan medidas de crueldad extrema durante la producción.

Según una investigación de PETA, millones de vacas y otros animales padecen amontonamiento y carencias fuertes, así como castración, marcación, corte de cola y de cuernos sin analgésicos en las granjas industriales de todo el mundo. En los mataderos, a los animales constantemente se les cortan los cuellos y algunos son despellejados y desmembrados mientras están aún conscientes.

Los zapatos con pesuñas son impactantes pero no están alejados de otro tipo de objetos que usamos diariamente a costa del sufrimiento animal. ¿Somos conscientes de ello?

Cuando yo me vaya…

2 comentarios

Cuando yo me vaya, no quiero que llores, quédate en silencio, sin decir palabras, y vive recuerdos, reconforta el alma.
Cuando yo me duerma, respeta mi sueño, por algo me duermo; por algo me he ido.
Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada, y casi en el aire, con paso muy fino, búscame en mi casa, búscame en mis libros, búscame en mis cartas, y entre los papeles que he escrito apurado.
Ponte mis camisas, mi sweater, mi saco y puedes usar todos mis zapatos. Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama, y cuando haga frío, ponte mis bufandas.
Te puedes comer todo el chocolate y beberte el vino que dejé guardado. Escucha ese tema que a mí me gustaba, usa mi perfume y riega mis plantas.
Si tapan mi cuerpo, no me tengas lástima, corre hacia el espacio, libera tu alma, palpa la poesía, la música, el canto y deja que el viento juegue con tu cara. Besa bien la tierra, toma toda el agua y aprende el idioma vivo de los pájaros.
Si me extrañas mucho, disimula el acto, búscame en los niños, el café, la radio y en el sitio ése donde me ocultaba.
No pronuncies nunca la palabra muerte. A veces es más triste vivir olvidado que morir mil veces y ser recordado.
Cuando yo me duerma, no me lleves flores a una tumba amarga, grita con la fuerza de toda tu entraña que el mundo está vivo y sigue su marcha.
La llama encendida no se va a apagar por el simple hecho de que no esté más.
Los hombres que “viven” no se mueren nunca, se duermen de a ratos, de a ratos pequeños, y el sueño infinito es sólo una excusa.
Cuando yo me vaya, extiende tu mano, y estarás conmigo sellada en contacto, y aunque no me veas, y aunque no me palpes, sabrás que por siempre estaré a tu lado.
Entonces, un día, sonriente y vibrante, sabrás que volví para no marcharme.